Se ha encontrado que uno de los mayores obstáculos para implementar la innovación en una empresa es que cada persona tiene una idea muy diferente de lo que significa innovar. Esto ocasiona que la innovación se convierta en algo místico e intangible, que a la gente le cuesta llevar al plano real.
Sin una clara definición de innovar, los esfuerzos por implementarla tienden a desenfocarse y a ser inconsistentes. Por ese motivo, nos dimos a la tarea de recopilar algunos de los mitos más comunes sobre el tema.
Aprender a reconocerlos y erradicarlos será clave en su objetivo de operacionalizar la innovación, y hacerla parte del trabajo diario de todas las personas que conforman la organización.
Mito 1. Innovación es igual a creatividad
A menudo las personas confunden las palabras innovación y creatividad, asumiendo que son lo mismo. Examinemos la diferencia: Creatividad significa pensar nuevas ideas. Innovación significa implementar una nueva idea para crear valor.
Una persona puede ser muy creativa, es decir, tener muchas ideas, pero no ser innovadora. Para que una idea se convierta en innovación es necesario hacerla realidad, cambiar los procesos de trabajo, lanzar un nuevo producto al mercado antes que la competencia, llevar nuestros productos al consumidor por nuevos canales y obtener los beneficios de la idea.
Mito 2. Innovación es igual a mejora continua.
En general, se habla de tres grados de innovación: incremental, radical y transformacional.
- Innovación incremental: Se refiere a pequeños cambios que mejoran lo que ya existe. Es lo mismo que la mejora continua.
- Innovación radical: Se refiere a cambios significativos a lo que ya existe.
- Innovación transformacional: Se refiere a cambios que transforman completamente lo que ya existe.
Todos los grados de innovación son importantes. Las empresas deben aspirar a crear una cultura en donde cada colaborador busque pequeños problemas en su área de trabajo, y se sienta motivado a generar soluciones. Muchas veces las ideas más simples son las que producen los mejores resultados.
Las innovaciones radicales o transformacionales son más difíciles de alcanzar. Sin embargo, la práctica nos ha enseñado que son las que tienen el potencial de traer las mayores ventajas competitivas a las empresas.
Mito 3. Innovar es lanzar nuevos productos
Tradicionalmente, las empresas entienden la innovación solamente como el desarrollo de nuevos productos, pero esta visión limita el alcance e impacto que se puede lograr. Yo prefiero ver la innovación de forma más amplia y explorar los diferentes tipos que existen para beneficio de la empresa.
Mito 4. Innovación es igual a tecnología
Cuando la escucha la palabra innovación, por lo general la asocian con nuevas tecnologías: desarrollo de software o innovación tecnológica. Esto no es correcto.
Si bien la innovación tecnológica es importante, no necesariamente debe tomarse como sinónimo de tecnologías de información y comunicación (TICs). Hay ideas muy simples que no requieren tecnologías informáticas para su implementación.
La innovación se consigue al identificar una oportunidad, al generar ideas creativas para aprovecharla, y finalmente, al implementar esas ideas para producir nuevo valor a la empresa.
El valor que produce una innovación puede ser económico o social. Al valor económico nosotros le llamamos “la caja registradora”. En una empresa con fines de lucro, si una innovación no hace sonar la caja registradora, no merece llamarse innovación.