Tu marca o la palabra marca, como su propio nombre indica, históricamente en un primer momento tuvo la función de ser un elemento identificador. Si se considera la palabra marca en inglés, “brand”, se comprueba que su origen etimológico proviene del vocablo “bran” que significa “quemar” y se utilizaba como expresión para el acto de marcar a fuego las reses.
La función de marcar y señalar productos por parte del fabricante con el objetivo de identificarlos tiene más de dos mil años de historia. A modo de ejemplo, existen evidencias de que los productores romanos escribían y mostraban mensajes en sus productos.
De este modo, la primera función que cumple una marca desde sus orígenes es la identificación, apelando a la procedencia geográfica como garantía de origen.
La función identificadora y la distintiva, son inherentes a la marca desde sus orígenes.
No obstante, es a partir de la revolución industrial cuando las marcas incorporan otra de sus funciones básicas: la diferenciación, la cual se materializaba, generalmente, a través del envase y la asignación de atributos iconográficos distintivos.
La American Marketing Association (AMA) define una marca como “un nombre, término, signo, símbolo o diseño, o una combinación de ellos, cuyo propósito es identificar los bienes o servicios de un vendedor o grupo de vendedores y diferenciarlos de la competencia”.
La definición anterior hace referencia a los elementos tangibles de las marcas, también llamados elementos formales (nombre, símbolo,, diseño…).
Para comprender el fenómeno de tu marca en toda su amplitud se debe incorporar una dimensión adicional en el concepto de marca: la psicológica. Así el concepto de marca incorpora dos ámbitos en su configuración: los elementos formales tangibles y la dimensión psicológica o intangible.
La consideración en el concepto de marca la dimensión psicológica o intangible introduce la figura del usuario o consumidor en la definición de las marcas.
Se incorpora dentro del concepto de tu marca la importancia que la misma tiene para los consumidores, en concreto del valor que tiene la marca. Así se empieza a hablar de capital o valor de tu marca que es el valor añadido que se dota a los productos y servicios.
Este valor se puede reflejar en cómo piensan, sienten y actúan los consumidores respecto a tu marca.
La relación, entre consumidor y tu marca constituye una conexión emocional y sitúa al consumidor como eslabón fundamental de la cadena de valor de la marca, por tanto, un elemento clave en el concepto de tu marca es la percepción de la misma que tiene el consumidor o destinatario.
Por tanto, en el proceso de creación y gestión de tu marca, será indispensable la consideración del sujeto destinatario de la misma.: el cliente o consumidor. Tu marca, más allá de sus aspectos formales y tangibles (lo que es), es también la percepción y actitud que el consumidor tiene de ella (lo que cree que es).
Más que las características físicas del producto, lo que tu marca representa es un conjunto de atributos positivos que influyen en el proceso de compra del consumidor y en su diferenciación (más psicológica que real) con respecto a la competencia.
De manera general se puede definir Marca como: una combinación de atributos, tangibles e intangibles, simbolizados por una marca registrada que, si se gestiona adecuadamente, genera valor e influencia.
El objetivo de tu marca es garantizar relaciones que creen y aseguran beneficios futuros mediante un incremento de la preferencia y fidelidad del consumidor.
Las marcas simplifican los procesos de toma de decisiones de compra y suponen tanto una garantía de calidad como una verdadera alternativa diferente, relevante y creíble frente a las ofertas de la competencia.