Seguramente usted habrá observado, que el dueño de cualquier establecimiento suele emprender su idea de un negocio, con mucho entusiasmo y empuje y los primeros días se llena de clientes curiosos como toda novedad que desean conocer su negocio.
Esto motiva a su propietario a trabajar más duro, ya que las dificultades empiezan desde el arranque, pues se da cuenta que necesita de un negocio especializado que le suministre las materias primas que necesita para reemplazar las piezas que están inservibles.
Uno de sus principales problemas es que es que el proveedor no lo conoce directamente y en principio no está dispuesto a darle crédito para que pague el material cuando entregue el aparato ya arreglado.
“Todo emprendedor se vuelve el hombre orquesta de su propio negocio…”
Ese es o será su proveedor de materiales (insumos) que requiere para poder seguir trabajando y poder reparar a su vez los aparatos electrónicos que su clientela le encarga para que los repare.
Al paso del tiempo, no más de tres o cuatro meses después, observamos que dicho emprendedor se siente abrumado por la lista de actividades adicionales que debe desempeñar en un negocio casi al mismo tiempo que hacer reparaciones y que no tenía contemplado dentro de sus tareas cotidianas.
Es más, algunas de ellas, le desagradan, pues él está dedicado únicamente a la labor principal del giro como técnico especializado que es, para poder atender la demanda del bien o servicio que produce y vende y que le genera los ingresos que soñaba ganar para su bolsillo y para mejorar su calidad de vida.
Lamentablemente, el cúmulo de obligaciones que debe atender además de la actividad principal como técnico, le hacen ser ineficiente en el aspecto operativo del establecimiento y no tiene contemplado crecer tan rápido.
Por ese motivo no contrata personal que lo ayude y porque considera que todavía no es tiempo de comprometerse con sueldos y salarios que le quitarían parte importante de sus ingresos., que en este momento están contemplados sólo para él, es así que se convierte en el hombre orquesta, pues trata de trabajar haciéndola de todo cuando tenga el tiempo para hacerlo.
Es en ese momento el emprendedor empieza a sentir que el negocio que inició para ser su propio jefe, está terminando por esclavizarlo y no ve la puerta de salida porque los problemas se le multiplican y no sabe cómo afrontarlos, con su complejo de “todólogo”.
El nuevo empresario trata de vender, facturar, pagar proveedores, anotar en un cuaderno las entradas y salidas, ejecutar proyectos técnicos de su competencia, hasta barrer el local, en resumen: opera, dirige y es la columna de toda a cadena productiva.
Lo ideal es establecer los cimientos para que un negocio crezca sin que él como emprendedor desempeñe cada detalle…
De la operación, lo más lamentable es que los problemas que se le presentan los va posponiendo para darles solución después, “cuando tenga tiempo”.
El abatimiento se hace presente no sólo en la lenta expansión de un negocio, sino en su desgaste emocional que en poco tiempo lo desanima a continuar en el proyecto que inició con tanto entusiasmo.
Lo peligroso del asunto es que muchos problemas que son de primer orden no los atiende hasta que le llegan los inspectores a clausurar por no cumplir puntualmente sus obligaciones con las autoridades que corresponden.
“Realmente no sabíamos a ciencia cierta los beneficios que Luminasol obtendría implementando un sistema como ClickBalance. Desde que lo estamos utilizando, todas las operaciones así como la administración de la empresa se llevan a cabo de manera muy simplificada y sencilla, y esto nos permite tener un control completo de lo que sucede en el día a día, lo cual definitivamente nos ha hecho más competitivos.”
Miguel Alberto Martínez
Director General|Luminasol