Hace tiempo vi la película “St Elmo´s Fire” (1985), que se tradujo en México como “El primer año del resto de nuestras vidas” y cuenta la historia de un grupo de graduados universitarios que enfrentan una nueva etapa en su vida: incorporarse al mundo laboral.
En esta película se observan los problemas que viven estos jóvenes, especialmente aquellos que no tuvieron un proceso de maduración y planeación de qué querían hacer una vez terminados sus estudios.
Hago referencia a esta película para entrar al tema de preparación para la sucesión que un directivo debe realizar en una empresa familiar no importando si es como persona física o persona moral.
Muchas ocasiones, el fundador de una empresa familiar se ha enfocado tanto a desarrollar la empresa, a tenerla operando día a día y haciendo planes de crecimiento empresarial, que no se ha dado tiempo en pensar que llegará el momento en el que tenga que dejar el timón y dedicarse a algo más.
Muchas veces esta situación genera por sí misma un conflicto, ¿Cómo me voy a retirar si la empresa es mía?, ¿A qué me voy a dedicar si esta empresa ha sido toda mi vida?
Estas dos preguntas encierran una preocupación vital respecto a cómo se vivirá después de dejar el timón de la empresa. Existen algunas opciones, mismas que son factibles para diferentes perfiles de empresarios:
- Ser partícipe activo de un Consejo de Administración de la Empresa.
- Iniciar una nueva actividad empresarial, independiente de la empresa principal.
- Organizar una fundación de la empresa familiar, que le permita contribuir a la sociedad y ayudando a promover el nombre de la empresa original.
- Convertirse en tutor o mentor de nuevos empresarios, a nivel familiar o participando con universidades y otras organizaciones que promueven el emprendimiento.
Estas son algunas de las opciones que surgen cuando se planea qué hacer después de ceder el timón.