Hace poco tuve la oportunidad de analizar la historia de la familia GUCCI, en un capítulo titulado “GUCCI, UNA DINASTÍA”. GUCCI es una empresa que marca tendencias en la moda y que, originalmente fue concebida como un negocio que daría sustento a la familia.
La historia bonita todo mundo la conoce, es una empresa multinacional, que tiene desarrollo e innovación en muchos campos de la moda y accesorios, que nos hace suponer que la familia GUCCI tiene resueltas sus necesidades gracias a este emporio. Sin embargo, la realidad es otra: GUCCI es una compañía pública, controlada por un corporativo que nada tiene que ver con los miembros de la familia, y la familia GUCCI vivió devastada por problemas familiares y legales.
Lo interesante de este análisis es que la familia GUCCI tiene todos los elementos necesarios para que se hubiera mantenido integrada y fuerte, pero les hizo falta lo más importante: Valores Familiares y Empresariales.
Al ser una familia que priorizó todo el tiempo el factor dinero, y al no haber enseñado a los hijos el valor del trabajo y los secretos del negocio, generaron fricciones familiares que derivaron en el final antes citado.
Mi interés al presentar esta breve reseña, es hacer una invitación a todos los empresarios a reconocer el papel que juega los valores en la cultura empresarial y la empresa familiar para el desarrollo del negocio. Hay que reconocer que la integración de los hijos u otros miembros de la familia es deseable pero debe hacerse planeada, pensando en que se hace lo mejor para la familia y para la empresa.
Afortunadamente cada vez hay más información sobre cómo gestionar este tipo de empresas, y aunque no existen recetas mágicas, ya hay experiencias que se pueden conocer. Estaremos presentando información sobre este tema en próximas participaciones.