En el caso específico de los pequeños negocios, la formación plantea problemas cuya solución presenta un cierto grado de complejidad debido a factores tales como:
1.- La gran variedad de sectores y subsectores en los que están involucrados este tipo de empresas, así como los diversos tipos de personas que conforman el grupo de los pequeños empresarios.
2.- El nivel de preparación de los pequeños empresarios que, por lo general, es inferior al de los directivos de empresas de mayor tamaño y, por lo tanto, requiere enfoques formativos con contenidos más simples. Es poco tiempo a disposición de los pequeños empresarios para seguir cursos, lo que implica aprovechar mejor su tiempo.
Una problemática muy común en las pequeñas empresas es entender y definir los problemas de gestión de la empresa, de acuerdo con el sector específico en el que este tipo de empresas operan, así como sus problemas de comercialización en el ámbito local, nacional o internacional.
Hay que considerar las necesidades de formación en las pequeñas empresas, con el propósito de ser competitivas, tendrán que hacer esfuerzos diferentes a las medianas y grandes empresas.
Por lo general, existen en el mercado grandes cantidades de material didáctico sobre diferentes aspectos de interés, así como publicaciones y escritos de diversas entidades sobre estos temas que, en muchos casos, son redactados en un lenguaje muy técnico y poco accesible.
El empresario tiene que saber seleccionar y utilizar ese material en función de sus necesidades, con las modificaciones necesarias para que resulte más accesible y pertinente, empleando un lenguaje simple y claro, identificando problemas precisos y las diversas soluciones posibles, utilizando ejemplos reales.
Las pequeñas empresas, en muchos casos por falta de medios, no tienen posibilidades de analizar adecuadamente su entorno. Por esta razón, el formador debe ser un elemento importante para familiarizar al empresario con sus problemas particulares y ayudar a resolverlos.
Se trata de una competencia esencial para el formador, ya que los pequeños empresarios están directamente involucrados y son responsables de todas las funciones de la empresa, tales como la administración, la comercialización, la producción, la gestión del personal, etc.
El evaluar las acciones de formación implica la identificación y utilización de los instrumentos e indicadores adecuados para medir los resultados de las acciones de formación durante y a su finalización.
En la formación del pequeño empresario es necesario adoptar enfoques que le permitan:
- La adaptación a sus empresas y conciliar las necesidades con el trabajo y los horarios.
- Las características de los medios didácticos los cuales tiene que responder a requisitos de calidad, pero siendo totalmente adaptados a las necesidades.
A diferencia de los enfoques tradicionales, en la formación para pequeños empresarios, el participante debe asumir un rol más práctico, disfrutar de los medios didácticos adecuados y un efectivo sistema de apoyo.
Los medios didácticos son los principales vehículos de trasmisión del conocimiento, y deben estimular al participante despertando su interés, con un lenguaje claro y accesible, ofreciendo posibilidades de interactuar con el resto de participantes, que permitan al participante ver que va adquiriendo capacidades y pueda evaluar resultados.