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La cultura empresarial moderna que toda empresa está adoptando

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El desarrollo de una cultura empresarial moderna es, en la actualidad, un elemento imprescindible para aumentar la eficacia y la calidad de las empresas, independientemente de su tamaño o del sector en el que realizan su actividad.

Los elementos más destacados de esta cultura son la actitud hacia el cambio y la orientación hacia la calidad.

Por lo tanto, el término “cultura empresarial moderna” hace referencia a los valores, competencias, técnicas, metodologías, actitudes y costumbres que favorecen la posibilidad de aumentar la eficiencia, la productividad y calidad de las empresas en un medio muy competitivo.

Esta cultura se orienta hacia la creación de estructuras organizativas poco burocratizadas, eficientes en todas sus funciones y en sus interconexiones, proyectadas hacia la posibilidad de concebir y poner en marcha estrategias nuevas en cualquier momento de acuerdo con los cambios previsibles e imprevisibles que puedan ocurrir en el entorno.

Estos factores culturales inciden mucho en la productividad de las empresas y en su capacidad de competir, dado que en un contexto de turbulencia y de fuerte competitividad como el actual es necesario que éstas:

Se orienten más hacia el cliente que hacia al producto y desarrollen un sistema de organización interna que permita involucrar y responsabilizar a los empleados en la gestión.

El conjunto de estas medidas permite aprovechar las capacidades e ideas de todos los que están involucrados en la empresa y estimular la productividad que genera psicológicamente esta participación activa.

Los empresarios, si no tienen un nivel suficiente, no poseen conocimientos relacionados con la gestión de un negocio y ponen en marcha su empresa de manera improvisada.

Esta situación provoca una tasa de mortalidad de empresas muy elevada e impide su transformación en entidades productivas generadoras de riqueza. En muchos casos estas empresas se pueden definir como de mera subsistencia.

¿Te parece una situación familiar?

Ejemplos son las donaciones, subsidios, protecciones y otras formas de ayuda que se brindan a los pequeños empresarios de forma generalizada sin tomar en cuenta las dificultades concretas que se presentan a nivel de la empresa individualmente considerada.

Las pequeñas empresas tienen que afrontar una serie de cambios repentinos, como consecuencia de la creciente competencia comercial. El nuevo entorno en que las empresas tienen que moverse presenta características de gran incertidumbre y es siempre más cambiante y dinámico.

Hay que tomar en cuenta que la formación, hoy en día, debido a la aceleración con la que evolucionan los productos, las tecnologías y los modelos de organización, ya no representa simplemente una fase en la existencia de las personas, sino una necesidad que se manifiesta continuamente.

No tanto en relación con las necesidades de actualización, si no con la necesidad de desarrollar nuevas ideas sobre productos, sistemas productivos y organizativos.

Con el fin de responder a este desafío, los sistemas de formación orientados al sector de las pequeñas empresas deben facilitar metodologías basadas en el desarrollo de actitudes personales y estimular las capacidades creativas que permitan la orientación hacia la creación de nuevas actividades.

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